Dj_Putzu
29/11/2013, 19:55
Will.i.am, el componente de los Black Eyed Peas, ha hablado sobre el auge de la música electrónica en Las Vegas y de lo que eso conlleva.
Conocidos por su periodismo riguroso, crítico y analítico, The New Yorker ha dirigido su atención a la escena de ‘alto riesgo’ en Las Vegas. En el artículo de esta semana, Josh Eells se centra a lo largo de seis páginas en la siguiente cuestión: ¿Las Vegas puede hacer más dinero a través de la música dance que del juego? El artículo se centra en la figura del dj y productor holandés Afrojack y su importante residencia en el XS de Las Vegas, al que los promotores de Hakkasan (un club nuevo con un gran elenco de artistas en sus filas como TIësto, Calvin Harris, Deadmau5, Nervo, Hardwell, Steve Aoki…) sedujeron con ofrecerle casi el doble que lo que ganaba ahora por cada sesión, una cifra demasiado tentadora, pero el holandés se quedó en XS.
Para la elaboración de esta pieza, Eells habló con un residente ocasional del XS, Will.i.am, que habla sobre el boom de la electrónica en Las Vegas, sus ganancias y sus consecuencias: “El año pasado, XS recaudó más del ochenta por ciento de sus ingresos en venta de alcohol (…) Los clientes más grandes pueden gastar más de medio millón de dólares en bebidas solo en una noche”. Después de esto, el autor habla sobre la residencia de Tiësto también en XS, a lo que Will dice una de sus perlas: “No deberían llamarlo música dance. Deberían llamarla música de mira al dj y emborráchate”.
El californiano, que lanzó hace poco su cuarto, y muy polémico, álbum en solitario, acusado de robar samples a diestro y siniestro sigue reflexionando sobre la figura del dj: “Lo que hace a una canción pop ser exitosa es el número de veces que suena en la radio. Un éxito en ‘DJ-landia’ se mide por el alcohol que has comprado”. En cuanto a qué es un dj, su definición es la siguiente: “Pones tu música en internet gratis, y los promotores te lanzan y te pagan tres millones de dólares al año”.
Conocidos por su periodismo riguroso, crítico y analítico, The New Yorker ha dirigido su atención a la escena de ‘alto riesgo’ en Las Vegas. En el artículo de esta semana, Josh Eells se centra a lo largo de seis páginas en la siguiente cuestión: ¿Las Vegas puede hacer más dinero a través de la música dance que del juego? El artículo se centra en la figura del dj y productor holandés Afrojack y su importante residencia en el XS de Las Vegas, al que los promotores de Hakkasan (un club nuevo con un gran elenco de artistas en sus filas como TIësto, Calvin Harris, Deadmau5, Nervo, Hardwell, Steve Aoki…) sedujeron con ofrecerle casi el doble que lo que ganaba ahora por cada sesión, una cifra demasiado tentadora, pero el holandés se quedó en XS.
Para la elaboración de esta pieza, Eells habló con un residente ocasional del XS, Will.i.am, que habla sobre el boom de la electrónica en Las Vegas, sus ganancias y sus consecuencias: “El año pasado, XS recaudó más del ochenta por ciento de sus ingresos en venta de alcohol (…) Los clientes más grandes pueden gastar más de medio millón de dólares en bebidas solo en una noche”. Después de esto, el autor habla sobre la residencia de Tiësto también en XS, a lo que Will dice una de sus perlas: “No deberían llamarlo música dance. Deberían llamarla música de mira al dj y emborráchate”.
El californiano, que lanzó hace poco su cuarto, y muy polémico, álbum en solitario, acusado de robar samples a diestro y siniestro sigue reflexionando sobre la figura del dj: “Lo que hace a una canción pop ser exitosa es el número de veces que suena en la radio. Un éxito en ‘DJ-landia’ se mide por el alcohol que has comprado”. En cuanto a qué es un dj, su definición es la siguiente: “Pones tu música en internet gratis, y los promotores te lanzan y te pagan tres millones de dólares al año”.