El Gobierno estudia recortar las ayudas a la comunidad de vikingos
La ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, ha anunciado hoy que el Ejecutivo está considerando “medidas adicionales de contención del gasto para satisfacer las exigencias que nos marca la Comisión Europea”. Una de las decisiones que el Gobierno podría tomar en breve afectaría a las ayudas que recibe la comunidad española de vikingos, cuyos subsidios podrían mermar en un 53% “obteniendo así, como contrapartida, un refuerzo adicional en el plan de ajuste para los próximos ejercicios”.
El anuncio de la ministra ha provocado conmoción en la comunidad vikinga, que entiende que el Ejecutivo “pisotea las minorías para sostener un sistema construido desde la barbarie”, en palabras de Kolbeinn El Enorme, portavoz de los vikingos afincados en España. Kolbeinn ha amenazado también con una posible huelga vikinga que dejaría a los españoles sin cosas de vikingos durante un tiempo indefinido.
Salgado ha reconocido que se trata de una medida impopular pero también ha apuntado que “en estos tiempos todos debemos apretarnos el cinturón y la comunidad vikinga recibe dinero de las arcas del Estado desde aproximadamente el siglo IX. Ha habido tiempo suficiente para establecerse y adquirir autonomía”.
Enric Coi, sociólogo de la Universidad de Barcelona, sostiene que “la comunidad vikinga ha experimentado un progresivo aburguesamiento en los últimos tiempos. Tanto es así que a veces un vikingo es simplemente un señor que tiene una Harley Davidson. Incluso Pablo Motos es conocido por su renuncia a los hábitos del clan en pos de una vida dedicada a la televisión. Ya no saquean, no violan a nuestras mujeres y se les ha visto usando cubiertos. Por lo tanto, es difícil de justificar la existencia de un subsidio para mantener ese mínimo componente social de barbarie que marca la Constitución. Ahora la barbarie procede de otros focos ciudadanos, básicamente de Valencia”.
Aparte de plantear la huelga, son muchos los vikingos que han acudido a las puertas de la sede central del Ministerio de Economía para mostrar su desacuerdo. Algunos incluso han aprovechado el viaje a Madrid para pedir dinero en el metro, generando conflictos con la comunidad rumana. “La prueba de que las ayudas a la comunidad vikinga deben ser revisadas es que ninguno de los vikingos me ha traído la cabeza de mi hija ni ha saqueado mi casa. Muchos conciudadanos podrían preguntarse qué distingue hoy en día a un vikingo de un simple español fuerte pero de escasa cultura”, ha argumentado Elena Salgado.
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