Una pareja de Colmenar completa con éxito una visita a Ikea
María José y Andrés se han convertido en todo un símbolo en Colmenar Viejo, localidad madrileña donde la pareja se casó el pasado verano y adquirió su futura vivienda. La situación no es para ellos diferente a la de millones de españoles: han pasado un año duro en el que la economía ha jugado un papel decisivo. Y más para dos jóvenes que no superan los 35 años y quieren emanciparse. “No podíamos quejarnos, hay parejas que están peor que nosotros, pero necesitábamos amueblar nuestro piso y no teníamos demasiados ahorros”, comenta Andrés. “Fue a María José a quien se le ocurrió la idea de presentarse en Ikea”.
La decisión fue difícil. El célebre formato de origen Sueco había visto a pocas parejas salir triunfantes de sus diversas pruebas y María José y Andrés sabían que se estaban jugando algo importante, “pero la economía no perdona”, concluye María José. “A veces no hay decisión alguna, porque es la única vía. Necesitábamos amueblar nuestra casa y, personalmente, confío plenamente en Andrés y en nuestro amor como para saber que saldríamos victoriosos de esto”. La madre de Andrés, sentada a su lado durante el encuentro con la prensa, no puede evitar emocionarse. Su hijo la abraza. “Ella es la que peor lo pasó, esperando en casa sin saber nada. En Ikea casi nunca tienen cobertura los móviles”.
“Había unas cinco parejas al comienzo del recorrido”, recuerda Andrés, aunque María José le interrumpe para puntualizar que ella contó hasta siete. “Cuando íbamos por la fase de ‘Ikea y los niños’ ya sólo quedábamos tres”. “Desmoraliza, desmoraliza mucho”, apunta ella, “ver los rostros de tus compañeros. A veces la situación se hace insostenible y la desesperación de una pareja acaba afectando a las otras, aunque uno sabe a lo que va. Tienes que mirar por ti y llegar hasta el final”. María José hace referencia al momento en que un matrimonio les pidió ayuda con una prueba de cortinas que estaban “minando completamente su paciencia” y ellos tuvieron que seguir adelante. “¿Qué haces? ¿Pararte?”, se pregunta Andrés. “Ves a gente llorando, a veces hay agresiones físicas. Esto es como un pantano, si te metes a ayudar a alguien te traga a ti también”.
A la altura de los embalajes y cajas, la pareja de Colmenar veía cerca la victoria, pero quedaba pendiente una de las pruebas más complicadas: buscar los productos entre los cientos de cajas apiladas en los estantes. “Muchas veces no sabes qué contienen exactamente las cajas, y ya sabes que las reglas dejan bien claro que no puedes abrirlas”, explica María José. “No se trata sólo de encontrar con éxito las referencias necesarias para identificar el mueble y el color, sino que los creadores les ponen nombres dificilísimos para que las parejas tarden más en reaccionar. Tienes que pensar en términos como ‘Karlstad’ a la vez que estás pendiente del tiempo y de otras parejas que buscan lo mismo que tú para llegar antes a la meta”.
En la comodidad de su sofá, que se convierte en cama y tiene multitud de fundas lavables, María José y Andrés miran al futuro con optimismo y no descartan volver a presentarse en Ikea en otra ocasión, “pero ya hemos ganado, así que lo haríamos como puro divertimento: para centrarnos en complementos de cocina o utilidades para el cuarto de baño”.
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