Pamela Genser, de 17 años y natural de Santa Mónica (California), ha acudido esta mañana a un médico otorrino que le ha extirpado a Lazy Jim, un moco que le colgaba de la nariz desde que era una niña. Sus padres, cansados de secarle la cara a la criatura y ver cómo, al cabo de unos minutos, volvía a asomar de su nariz una nueva candela más fuerte y flexible, decidieron dejar que las cosas siguieran su curso “sin luchar contra el propio cuerpo de la criatura”, en palabras de su madre. Catorce años más tarde, Pamela ha tenido que renunciar a su compañero de fatigas al no ser éste compatible con su futuro empleo.
“Lazy Jim formaba parte del imaginario social, era un atractivo turístico. La gente acudía para ver a la pequeña Pam y hacerle fotos. El moco era un símbolo de su inocencia y parte también de la identidad de la niña, de su extroversión, de su darse al mundo. Entendemos que ahora, más mayor, el asunto era un poco grotesco, pero eso no quita que no nos sintamos conmocionados”, reconocía esta mañana el alcalde de la localidad, Robert McKlays, quien asegura que la emblemática mucosidad “será conservada en una vitrina en el Ayuntamiento”.
Muchos ciudadanos culpan a la cadena de comida rápida Burguer King por no haber tolerado que Pamela, su futura empleada, luciera a Lazy Jim mientras desempeñaba su trabajo. Aunque el gerente del establecimiento argumenta que la chica se encargará de pelar y cortar patatas fritas, muchos clientes insisten en que les hubiera dado igual que le colgara un moco “porque no era un moco cualquiera, era el moco de todos. Esas malditas cadenas no entienden nada ni respetan las particularidades de las regiones y sus gentes”, se lamentaba hoy el propio padre de Pamela.
La joven Pamela Genser opina que “es ley de vida” y afirma conformarse con Cloud Forest Jungle, un matojo de pelo exuberante que, según afirma, le crece sin freno entre las piernas.
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