Un grupo de suicidas de Skierbieszów (Polonia) se ha visto obligado a suspender un suicidio colectivo previsto para el próximo domingo porque el parte meteorológico anuncia fuertes lluvias a lo largo de toda la semana. La anulación del acto, en el que 65 personas planeaban volarse la cabeza simultáneamente con armas de fuego, se suma a una cadena de incidencias y contratiempos que han ido retrasando el evento multitudinario. Por este motivo, los suicidas se muestran desconsolados y faltos de motivación.
“No es sólo el tiempo. El Ayuntamiento se negó a autorizar el suicidio hasta que pudimos asegurar ante notario que nuestras familias dejarían la zona tan limpia como la habíamos encontrado. Luego está el problema, ya endémico, de cuadrar las agendas entre nosotros, porque el que no tiene una cosa tiene otra. Y encima, ahora que llueve, las autoridades locales se niegan a habilitar una carpa” declaraba Piotr Köhler, organizador del acto, en una rueda de prensa. La suegra de Köhler, que ha colaborado intensamente con el grupo de suicidas, se queja de que “el cátering que había preparado se echará a perder” y reconoce que ya no espera ver morir a su yerno.
“Es una situación realmente kafkiana. Un colega que llevaba meses decidido a unirse al acto falleció la semana pasada de un infarto. La tragedia nos sacudió a todos y lo único que nos animaba era la autorización del Ayuntamiento. Pero una vez la tenemos, va y se pone a llover. ¿Es o no es la vida una mierda?” exclamaba otro de los suicidas que ya había dejado de pagar el alquiler y en unos días “estaré en la calle sin futuro ni esperanza”.
Piotr Köhler insiste en que “el ánimo no debe decaer” y pide que, pese a los obstáculos, nadie intente suicidarse por su cuenta “porque en esta vida quien la sigue la consigue y nosotros acabaremos muriendo juntos pase lo que pase. No tiraremos la toalla ni ahora ni nunca”.
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